Beruriá fue la figura femenina más destacada de todo el período talmúdico. La única mujer reconocida por el Talmud como estudiosa de la Torá, era hija del rabino Hananiá Ben Terradion, uno de los más grandes sabios de su tiempo...
Beruriá era esposa del gran sabio Rabino Meir Baal Ha-Ness, quien, en varios
En ocasiones registradas en el Talmud, escuchó el consejo de su esposa. El rabino Meir fue el más grande erudito de su tiempo. Discípulo de Rabí Akiva, fue considerado un hombre sabio y se le atribuyen varios milagros. Hasta el día de hoy, cuando se enfrentan a situaciones difíciles, los judíos sefardíes suelen realizar tzedaká para elevar el alma del rabino Meir.
Con la destrucción del Segundo Templo (en el año 70 de la era común), quedó destruido el lugar donde los Hijos de Israel expiaban sus pecados, centro de sus oraciones, fiestas y peregrinaciones. Entonces comenzó un nuevo período en el judaísmo. Su supervivencia ya no dependía de un lugar físico, por sagrado que fuera, sino de la Palabra y Ley de Di-s, es decir, la Torá. Esto los judíos podían llevarlo en sus corazones y mentes dondequiera que estuvieran. Su estudio se convirtió en el centro de la vida y la supervivencia judía.
En una época en la que las mujeres normalmente no estudiaban Torá, ya que enseñarla a sus hijos era una obligación de los padres y no había referencias sobre cómo transmitirla a sus hijas, Beruriá leyó y estudió con diligencia. Provenía de una familia de eruditos de la Torá y tenía una mente brillante, por lo que adquirió amplios conocimientos, tanto en el campo de la Torá oral como escrita.
Su vida
Beruria pasó la mayor parte de su vida en Tiberíades. No se sabe con certeza la fecha de su nacimiento ni de su muerte, pero se cree que nació en los primeros 25 años del siglo II de la era común. La tragedia marcó la vida de Beruriá así como la de muchos judíos que habitaban la Tierra de Israel en aquel momento. Fue una época marcada por la muerte y la destrucción. Después de la Primera Revuelta, que culminó con la destrucción del Segundo Templo, el nuevo emperador romano Adriano ordenó prohibir en Judea varias prácticas religiosas, incluida la circuncisión y el estudio de la Torá. El resultado fue la trágica revuelta judía encabezada por Bar Kojba (133-135 d.C.).
El padre de Beruriá, el rabino Hananiá Ben Terradion, fue perseguido por las tropas romanas a causa de su devoción a la Torá. Fue arrestado, quemado y su esposa ejecutada. La hermana menor de Beruriá fue llevada por los romanos a un burdel en una ciudad lejana. Según el Talmud, Beruriah le dijo entonces a su marido: "Me avergüenzo de que mi hermana esté en un burdel". (Avodá Zará 18b).
El Talmud relata detalladamente cómo el rabino Meir salvó a su cuñada, con su virtud intacta, y las consecuencias que este gesto tuvo en su vida. Los romanos lo persiguieron y lo obligaron a exiliarse en Babilonia. Antes de este episodio, el hermano menor de Beruriá se había unido a un grupo de delincuentes y terminó siendo ejecutado por las autoridades.
tu erudición
Beruriá fue respetada por su incansable búsqueda del conocimiento, siendo citada como modelo para quienes estudiaban el Talmud. Como ya hemos dicho, conocía no sólo la Ley escrita sino también la oral. Un relato talmúdico revela esta afirmación:
"Un día, Rabí Simalai le pidió a Rabí Yojanán que le enseñara el complejo Libro de las Crónicas en tres meses, a lo que Rabí Yojanán respondió enojado: 'Si Beruriá, que podía aprender 300 leyes de 300 maestros en un solo día, tardó tres años en estudiar ¿Cómo te imaginas que podrías hacerlo en tres meses?'"
Su reputación como erudita era enorme y, en ocasiones, su opinión era más valorada que la de otros sabios. Fue la única mujer mencionada en los textos rabínicos antiguos por su experiencia en temas vinculados a conceptos de la ley judía. Según el Talmud, Beruriá también enseñó (Eruvin 53b).
Tu personalidad
Además de tener una mente brillante, Beruriá tenía una personalidad especial. La fuerza de su carácter, su total respeto por la Ley y su compromiso con Dios quedan demostrados en esta famosa historia de la pérdida de sus dos hijos.
Una tarde de Shabat, mientras el rabino Meir estudiaba en la sinagoga, sus dos hijos murieron a causa de una epidemia. Aunque estaba devastada, Beruriá cubrió los cuerpos de los niños y pensó en cómo darle la noticia a su marido, ya que no quería que él llorara la pérdida de sus hijos durante Shabat.
Nada más entrar Rabí Meir a la casa preguntó por sus hijos, pero Beruriá no le contó lo sucedido. Sólo después del final del Shabat ella le hizo la siguiente pregunta: "Hace algún tiempo, alguien te dio un tesoro para que lo guardaras y hoy este hombre vino a pedirlo de vuelta. ¿Estarías obligado a devolverle este tesoro?" Sin dudarlo, Meir respondió a su esposa que el tesoro debía regresar a su dueño. Beruriá entonces lo tomó de la mano y lo llevó a la habitación donde yacían los cuerpos de los niños.
Mientras se quitaba el manto que los cubría, el rabino Meir comenzó a llorar. Beruriá dijo entonces: "¿No me dijiste que lo que nos fue confiado debe ser devuelto al verdadero dueño?" Y, utilizando la cita del Libro de Job, dijo: "Dios dio, Dios tomó. Bendito sea el nombre de Dios". El Talmud dice que el rabino Meir se sintió reconfortado por las palabras y la fe en Di-s demostrada por su esposa en esa situación.
En otra ocasión, según el Talmud, Beruriah utilizó su conocimiento de la Torá para aconsejar al sabio rabino Meir sobre una banda de ladrones que solía atacarlo. Un día, cansado de la situación, oró para que los malvados desaparecieran. Beruriá le recordó el versículo del Libro de los Salmos (104:35) que dice: "Que desaparezcan de la tierra los pecados y no los pecadores". Entonces el rabino Meir dijo: "Tienes razón". El sabio oró y los bandidos reconocieron sus errores, abandonando su vida criminal.
Nadie está seguro de cómo y cuándo murió Beruriá.