Cuando, unos días después del inicio del mes judío, se ve la Luna, se recita una bendición llamada Kidush Levanah.
En el caso de las estrellas, se recita una bendición mensual únicamente sobre la Luna, ya que además de ser la estrella más cercana a nosotros, su luz ilumina la noche. Y, a diferencia del Sol, que ilumina de forma constante y uniforme, la Luna tiene un periodo en el que no se ve. Por eso, cuando resurge y vuelve a bañar la noche con su resplandor plateado, cantamos nuestro agradecimiento a Di-s. (NR La bendición del Sol se realiza cada 28 años cuando recitamos una bendición agradeciendo a Dios por el sol. La próxima ocurrencia será en 28.)
Kidush Levanah es un mandamiento de la Torá. Se trata de un importante ritual judío que no debe confundirse con el Kidush HaChodesh, la antigua práctica del Sanedrín, el Tribunal Supremo de Israel, que proclamaba el día en el que comenzaba un nuevo mes judío. Kidush Levanah no afecta el calendario judío y es un mandamiento que, a diferencia del Kidush HaChodesh, se aplica a todos los varones judíos.
El Talmud analiza y aclara la bendición del Kidush Levanah. Existen varias leyes que definen cuándo y cómo se debe recitar. Sólo los hombres o niños que ya saben recitar las bendiciones deben recitar Kidush Levanah. Por ser un mandamiento positivo, las mujeres están exentas de cumplirlo. La berachá debe recitarse al menos tres días -y como máximo catorce días- después del molad -luna nueva-. Según la costumbre sefardí y jasídica, basada en trabajos cabalísticos, este período es de siete días después del molad.
La bendición de la Luna sólo puede realizarse por la noche, después de que aparecen las estrellas: incluso si un minyan - el grupo de diez hombres judíos - ya ha rezado Arvit, la oración de la noche, hay que esperar hasta que caiga la noche. Kidush Levanah se recita sólo cuando la Luna es visible, preferiblemente después del final del Shabat. Es importante, pero no necesario, recitarlo en presencia de un minián o al menos de otros tres hombres judíos. Si una persona está enferma, incluso puede decir la berajá sola, en su casa. Pero es necesario ver la Luna a través de la ventana o de la puerta abierta.
Existen básicamente dos razones para el mandamiento del Kidush Levaná. El primero se refiere a Di-s; el segundo, al pueblo judío. En el Talmud, el rabino Yojanan enseña que quien recita la bendición de la Luna es como si estuviera saludando a la Presencia Divina: la Shejiná. Uno de los más grandes sabios de nuestra historia, Rabeinu Yoná, explicó que cuando saludamos a la Luna, estamos saludando a su Creador, Amo del Universo. Porque, como afirma el rey David en sus Salmos, uno puede percibir y apreciar la grandeza de Di-s a través de cada uno de los elementos de Su creación.
La segunda razón de este ritual es que la Luna simboliza la historia del pueblo judío. A nuestros ojos, la Luna parece disminuir, incluso desaparecer por completo; pero siempre vuelve a crecer hasta llegar a la fase de Luna Llena. Este ciclo lunar simboliza la historia de nuestro pueblo. Hubo tiempos de oscuridad: persecución, opresión y asimilación. Pero los hijos de Israel siempre vuelven a crecer física y espiritualmente. Cuando la luz del judaísmo parece en peligro, a punto de ocultarse, se produce un giro: a cada caída le sigue un gran ascenso. Como la Luna Llena en una noche de oscuridad, el pueblo judío -que en palabras del profeta Isaías es la "luz entre las naciones"- tiene el mandato Divino de iluminar al mundo.
La Luna enseña al pueblo judío a tener fe en Dios. Este tema se enfatiza especialmente en nuestras oraciones de Shabat cuando recitamos: "Por la mañana cantaré sus alabanzas, (pero) tendré fe por la tarde" (Salmo 92:3). Simbólicamente, es durante la noche, que representa la severidad y las dificultades, cuando más necesitamos de la fe. La Luna ilumina la noche, recordándonos que la vida es un ciclo, como Fuente de Luz y Esperanza constante que gobierna el Universo. No es sorprendente que el primer mandamiento dado por Di-s al pueblo judío, incluso antes del Éxodo de Egipto, se refiera a Rosh Jodesh - el nuevo mes - determinado por la Luna.
Como es un tributo a Di-s y al pueblo judío, el Kidush Levaná debe realizarse con alegría. Una de las razones por las que se debe rezar preferiblemente después de Shabat es que los hombres están vestidos con sus hermosos atuendos.
En el mes de Menachem Av, Kidush Levanah sólo se recita después de Tishá B'Av, el noveno día del mes. En Tishrei, el mes que comienza con Rosh Hashaná, la bendición sólo se puede decir después de Yom Kipur. La razón de esto es que los sentimientos de tristeza que impregnan los primeros días de Av y la introspección necesaria durante los Días del Juicio no coinciden con el sentimiento de gran alegría inherente a la berajá de la Luna.
Durante la Santificación de la Luna, le pedimos a Dios que nos proteja de nuestros enemigos y que comiencen a temer al pueblo judío. Después de pronunciar estas palabras, nos dirigimos a tres personas y decimos "Shalom Aleichêm": "Que la paz esté entre vosotros", indicando que no nos dirigimos a enemigos de nuestra comunidad o de un pueblo. El Midrash revela otra explicación mística para este deseo de paz. Explica que la Luna había sido creada del mismo tamaño que el Sol, pero se queja ante Dios: "El mismo reino no puede ser gobernado por dos soberanos". A lo que Di-s habría respondido: “Entonces tú, disminuye tu grandeza”. En la Era Mesiánica, la Luna "hará las paces" con el Sol y Di-s le devolverá todo su esplendor original. Como se describe en el texto Kiddush Levaná, la Luna tendrá la misma magnitud y brillo que el Sol.
Es muy importante enfatizar que esta bendición no es un culto a la Luna, los antiguos idólatras rezaban a la Luna y a otros cuerpos celestes, ya que creían que el mundo estaba gobernado por ellos. El judaísmo lo prohíbe estrictamente. Por lo tanto, para que Kidush Levanah no sea mal interpretado, va seguido de la oración "Alenu", que comienza con las palabras: "Es nuestra obligación alabar al Señor de todos". El último párrafo de esta oración termina con la afirmación de que "Ein Od" - no hay nada en nuestro mundo - ni en el Cielo ni en la Tierra - digno de ser adorado, excepto el Todopoderoso.
La gratitud es una virtud intrínseca en el judaísmo. El pueblo judío bendice a Di-s todos los días del año, alabandole y agradeciéndole por todas Sus maravillas y bondades. La Luna siempre ha sido de gran utilidad para el hombre. Por eso, cuando se renueva cada mes, emitiendo luz que beneficia a nuestro mundo, los judíos recitamos Kidush Levanah. A través de esta bendición, afirmamos nuestra fe en Di-s y nuestra confianza en el brillo del pueblo judío que, como la Luna Llena, en toda su plenitud, "debe ser una luz entre los pueblos".