El joven coronel del ejército parece tener la intención de liberalizar el régimen abrazando la era de la información y la tecnología.

Un oftalmólogo de 35 años, fan de Phil Collins, promete revolucionar uno de los regímenes más autoritarios y estancados del mundo árabe. Tu principal herramienta: Internet. "Ella entrará en todas las casas", profetiza. Su país: Siria. Su nombre: Bashar. Su futuro: suceder a su padre, Hafez Assad, al frente de una poderosa dinastía de Oriente Medio.

La fascinación de Bashar por el mundo de Internet simboliza los cambios que se ciernen sobre el mundo árabe, ahora rodeado por la irresistible ola de la globalización y blanco de penetrantes amenazas a regímenes montados sobre aparatos represivos y el monopolio de la información. Actualmente, Siria todavía censura su prensa con fervor medieval, ya sea escrita, televisada o radiofónica. Damasco, todavía dominada por la agonía de un enfermo Hafez Assad, extiende las garras de su control sobre la incipiente Internet en el país, que hoy sólo cuenta con dos mil suscriptores en un gigantesco mercado potencial de 17 millones de personas.

"Por principio, me gustaría que todo el mundo pudiera verlo todo", comentó Bashar en un encuentro con periodistas extranjeros en la capital siria en abril. "Cuanto más ves, más mejoras... el conocimiento es ilimitado". Palabras inimaginables en boca del padre Hafez, suenan casi como música en el discurso de este hijo educado en Londres.

La diferencia generacional también es tratada con sorprendente franqueza por un amado hijo del gris régimen sirio. "La nueva generación quiere nuevas ideas, nuevas esperanzas", afirma Bashar, y luego resume los cambios que se están produciendo en el mundo actual: "La diferencia entre mi padre y mi abuelo era pequeña, desde todos los puntos de vista. La diferencia entre yo y mi padre es más grande... La diferencia entre yo y la generación diez años menor es grande".

Los detalles de sus ideas y propuestas no coinciden con la crudeza con la que Bashar presenta sus puntos de vista. Se sabe que acoge con agrado los cambios, pero por ahora sólo se puede especular sobre su plan de vuelo exacto. No hay nada muy concreto.

El joven coronel del ejército parece querer liberalizar el régimen, abrazando la era de la información y de la tecnología, coqueteando con la modernización de una economía todavía estrangulada por el peso del Estado y por la desaparición de su antiguo patrocinador (la URSS), y hablando de más incentivos para la inversión extranjera. Admite que los cambios se producen lentamente en las tierras de su padre Hafez y culpa del ritmo a las tradiciones locales, señalando que su cultura favorece la idea de estabilidad en la familia y la sociedad. Bashar, sin embargo, dice poco sobre la inevitable resistencia a las nuevas fórmulas existentes en las Fuerzas Armadas, en los servicios de represión y en el partido Baath, pilares de apoyo al status quo.

Para él, los ciudadanos sirios deberían ser tratados como alguien que tiene "la madurez suficiente" para vivir con Internet. "Personalmente busco la autodisciplina, la autorregulación. Otros tienen sus dudas", declara, refiriéndose a los defensores del mantenimiento de la censura que hoy asfixia las calles de Damasco.

Respecto a las siempre turbulentas relaciones con el vecino Israel, se puede ser optimista al pensar en la era Bashar, que sólo debería comenzar tras la muerte de Hafez Assad, de 69 años. El heredero, siempre sin entrar en detalles, comenta: "La comunidad internacional "La situación está cambiando. La situación regional está cambiando. La situación interna está cambiando".

Mientras no llega al poder, Bashar preside la Sociedad Siria de Informática, que busca promover el uso de la tecnología en el país. La posición no podría ser más simbólica. Deja en manos del oftalmólogo fanático de Phil Collins una de las claves más eficaces para inundar el país de información, ingrediente fundamental para la democratización. Y el médico destinado a intentar modernizar uno de los países más estratégicos de Oriente Medio no parece temer el hercúleo desafío, como se describe en pocas palabras: "Soy ambicioso", dice.


El periodista Jaime Spitzcovsky es director del sitio web de noticias PrimaPagina y colaborador de Folha de S. Paulo y Tribuna Judaica. Fue corresponsal en Moscú (90-94) y Pekín (94-97), además de cubrir varias zonas de Oriente Medio (Israel, Líbano, Irak, Libia, Egipto, Jordania)