Rosalyn Sussman Yalow fue la primera estadounidense en recibir el Premio Nobel de Ciencia, en 1977. Nacida y criada en Nueva York, en el seno de una familia judía tradicional, se convirtió en uno de los nombres más respetados en el campo de la Física Nuclear, desde finales del siglo XIX. la década de 1970.
Hasta ese momento, pocas personas conocían su nombre. Probablemente sólo aquellos directamente relacionados con los círculos académicos y científicos de Estados Unidos y Europa, más concretamente, con el campo de la Física. Esta situación cambió en 1977, cuando Rosalyn Sussman Yalow, de 59 años, se convirtió en la primera estadounidense en recibir el Premio Nobel de Ciencias por su investigación sobre el Radioinmunoensayo o Análisis Radioinmunológico – RIA, un método que utiliza elementos radiactivos localizables para medir sustancias químicas o biológicas. como hormonas y virus. Sus descubrimientos revolucionaron la investigación médica. Antes de Rosalyn Sussman Yalow, sólo otra mujer había ganado el Premio Nobel de Medicina, Marie Curie.
De Rosalyn, amigos y colaboradores suelen decir: “Despertó la ira de las feministas, desafió a los burócratas, enfrentó la histeria pública por el tema de la radiación y continuó su carrera, dedicándose a la investigación”. Cuando se le preguntó si el Nobel había cambiado su vida, respondió: “No puedo decir que trabajaré más, porque siempre me he dedicado por completo a mis actividades”. En 1976, en reconocimiento a su compromiso, la científica recibió el Premio Albert Lasker de Investigación en Medicina Básica.
Rosalyn Sussman Yalow nació en Nueva York, el 19 de julio de 1921, en el seno de una familia judía tradicional. A excepción del período en que estudió en la Universidad de Illinois, siempre ha vivido en esa ciudad. Su madre, Clara Zipper, nació en Alemania y llegó a Estados Unidos a los cuatro años. Su padre, Simon Sussman, nació en la región del Bajo Este de Nueva York, hogar de inmigrantes de Europa del Este. Obligados a trabajar desde pequeños y, por tanto, al no poder profundizar en sus estudios, hicieron todo lo posible para ofrecer a sus hijos la mejor educación.
Interesada por los libros desde que estaba en el jardín de infancia, Rosalyn creció escuchando a su madre repetir constantemente la misma frase: “Espero que decidas el rumbo de tu vida dentro de actividades tradicionalmente desarrolladas por las mujeres, porque si eliges algo diferente, nadie te poder detenerlo”. Con estas palabras, la madre ya pudo predecir cómo sería el futuro de su hija, siempre buscando desafíos. Cuando cursaba 7º de primaria tuvo un gran interés por las Matemáticas y, gracias al estímulo de uno de sus profesores, también se interesó por la Química.
Sin embargo, al terminar su formación básica, siguió la tradición entonces existente y se matriculó en Hunter College, una universidad exclusivamente para mujeres. Fue allí donde descubrió el universo de la Física, especialmente la Física Nuclear. “Para mí se abrió un mundo nuevo y apasionante, como si cada nuevo descubrimiento pudiera conducirme al Premio Nobel”, dijo una vez Rosalyn. Aún sin contar con un gran laboratorio de Física, Hunter College contó con grandes profesores y fue con su estímulo e influencia que Rosalyn dio sus primeros pasos en este campo, repitiendo siempre lo que se había dicho desde pequeña: “La felicidad en la vida es hacer lo que uno como."
Según Rosalyn, puede considerarse una persona afortunada, pues el contexto en el que vivió –durante y después de la Segunda Guerra Mundial– permitió a las mujeres trabajar en el campo de las Ciencias, incluida la Física. “La física es una ciencia cuantitativa apasionante y la década de 1930, en particular, fue esencial para la física nuclear. Estábamos empezando a aprender sobre la bomba atómica y había muchos buenos trabajos para los físicos. Era una época de nuevos descubrimientos y siempre creí que los descubrimientos científicos debían ser buenos para la sociedad y no para beneficiar a los científicos”, afirma. Ésta fue una de las razones por las que no patentó el método RIA.
Rosalyn comenzó su carrera en el Departamento de Medicina Nuclear del Bronx Veterans Administration Hospital, en Nueva York, en 1947, sin sufrir jamás ningún tipo de limitación por el hecho de ser mujer. Fue en Bronx Veterans donde comenzó a experimentar con radioisótopos, un sustituto más barato del elemento químico radio, que luego se usaba para tratar a pacientes con cáncer. Los resultados positivos obtenidos con su método hicieron que se utilizara en otros laboratorios y hospitales estadounidenses. Rosalyn sigue siendo parte del equipo del Hospital, además de ser escritora y conferencista en varias universidades. Siempre ha trabajado junto a grandes investigadores y ha utilizado su experiencia para enseñar a las generaciones más jóvenes.
Habiendo recibido una educación judía tradicional, siempre ha dicho que la religión y la ciencia son compatibles, afirmación en la que todavía cree. Su casa siempre fue kosher y continuó siéndolo después de la muerte de su esposo, Aaron Yalow, a quien conoció en su primer día de universidad, en la Universidad de Illinois. Ella y otros dos estudiantes eran los únicos judíos en el programa de Física. Posteriormente fue la primera mujer entre los 400 profesores de la institución. Transmitió a sus hijos –Benjamín y Eliana– los valores comunes a su generación y también los del judaísmo. Respecto a sus hijos, dice: "Siempre tuve los mismos deseos que cualquier madre: que encontraran la pareja adecuada, se casaran y tuvieran hijos". Respecto a su Premio Nobel, si tuviera que escribir un titular de noticia, dice en tono de broma: “Ama de casa del Bronx lo clava”.
Bibliografía:
http://www.nobel.se/medicine/laureates/1977
Elinor Slater y Robert Slater, grandes mujeres judías,
Jonathan David Publishers Inc.