Este fue el peor ataque terrorista contra la población civil judía después del final de la Segunda Guerra Mundial. A 2 años de su perpetración, resulta imprescindible reflexionar sobre lo sucedido y sus implicaciones.

Primera reflexión: Honrar la bendita memoria de las víctimas

Eran las 9:53 horas del 18 de julio de 1994. En Av. Pasteur, 633, sede de la Asociación Mutual Israelita de la Argentina, la AMIA, institución central de la comunidad judía argentina, desarrollaba su multifacética actividad diaria. La labor espiritual, educativa, cultural, social, atención de nacimientos, bodas, funerales, así como apoyo, atención y orientación avanzaba a todo ritmo, atendiendo a cientos de personas que acudían allí cada día. Al mismo tiempo, avanzaba a todo vapor la organización de actividades en las que la AMIA era pionera a nivel nacional, como la protección de personas con discapacidad y otras.

Suena una explosión que se escuchó en gran parte de Buenos Aires. En el lugar donde se alzaba este alto edificio, que inspiraba respeto y aprecio colectivo, no queda piedra sin remover. En cuestión de minutos, se convirtió en una montaña de escombros.   

Todo desapareció, convirtiéndose en una tumba gigantesca con 86 víctimas enterradas, de la que sólo se podían escuchar algunos gemidos de los supervivientes temporales. Al mismo tiempo, 300 heridos. Entre ellos se encontraban transeúntes que transitaban por la calle, vecinos cercanos y conductores de algunos vehículos.

La AMIA se convirtió en la Ciudad de la Matanza, como la evoca el gran poeta Chaim Nachman Bialik en sus descripciones de los pogromos de Kishnev.

Se quemaron personas y libros en una de las bibliotecas judías más grandes.

En primer lugar, honor a los humildes y dedicados empleados de la institución que fallecieron, a los miembros de la comunidad que allí se encontraban, a los afectados por estar en las cercanías.

Bendita sea su memoria. Dios proteja a sus familias, de las que fueron arrancados de un minuto a otro.

Segunda reflexión: Justicia e impunidad

Toda la comunidad, la ciudadanía argentina, la judería mundial, el Estado de Israel, muchos mundos en el mundo exigieron explicaciones, pidiendo justicia. Un crimen de tal magnitud no podía correr la misma suerte que el atentado dos años antes, en 1992, contra la Embajada de Israel en Argentina, cuyos autores nunca fueron encontrados... Era imprescindible encontrar a los responsables de la AMIA, para que se sabía que no se puede matar a personas inocentes sin castigo, que la vida humana es sagrada como proclama la Biblia.

La comunidad lideró su lucha con el llamado bíblico: “JUSTICIA, LA JUSTICIA PERSEGUIRÉS”. La Biblia repite la justicia dos veces para enfatizar su importancia, indicando que esta lucha nunca debe abandonarse hasta que prevalezca la justicia. Y no dice “Por la justicia clamarás”, sino “la justicia perseguirás”. Esto deja claro el mensaje de que cada uno de nosotros no debe escatimar esfuerzos para garantizar que se haga justicia.

Inmediatamente surgió “Memória Ativa”, organización combativa de familiares de las víctimas, que despertó el interés universal con una manifestación semanal en los Tribunales, en la hora y día exacto de la semana en que ocurrió el ataque, y otras organizaciones dignas de familiares. miembros; y la comunidad protestó y se quejó, a través de incesantes acciones legales e importantes actos anuales.

Después de 25 años, nadie ha sido arrestado ni acusado; el camino estuvo lleno de pistas falsas, encubrimientos y todo tipo de obstáculos. El proceso, que actualmente cuenta con 500 páginas, no arrojó ningún resultado.

La decisión comunitaria unánime es una. Como predica la Biblia, seguir luchando hasta que aparezcan pruebas concretas ante un crimen de tal magnitud. La comunidad, con la solidaridad de todo el Pueblo Judío, y de Israel, optó por PERSEGUIRÁS como menciona la Biblia.

Tercera reflexión: Enfrentar el antisemitismo hoy

La masacre de la AMIA y la impunidad que la rodea deberían llevarnos a todos a redoblar nuestros esfuerzos para detener los alarmantes sucesos antisemitas de hoy. Los últimos informes de respetadas instituciones internacionales europeas y americanas afirman que hoy hay una nueva ola antisemita. Lo favorece el surgimiento de partidos y movimientos xenófobos y racistas, que proclaman el odio a los inmigrantes, a las minorías y un antisemitismo que intenta ganarse el favor de las masas en graves dificultades económicas y sociales. Los neonazis y xenófobos ganan poder político en varios países europeos.

La nueva derecha alemana, arraigada en Alemania Oriental, avanza en los parlamentos. Uno de sus líderes, Alexander Gauland, declaró: “El Holocausto es sólo un insignificante excremento de pájaro en más de mil años de exitosa historia alemana”... Victor Urban, el líder xenófobo de Hungría, incluyó a neonazis en su gobierno y continúa con una campaña implacable contra el destacado filántropo judío George Soros; el gobierno polaco prohibió las manifestaciones contra los colaboradores polacos de los nazis; Los líderes pronazis durante la guerra reciben homenajes en varios países europeos. Según una encuesta de CNN, el 20% de los europeos dice que los judíos tienen demasiada influencia en las finanzas y la política. Y el 34% de los europeos sabe poco o nada sobre el Holocausto, mientras que el 32% dice que los judíos explotan el Holocausto para mejorar su posición. 

En Francia, las manifestaciones antisemitas aumentaron un 100% en 2018; en Alemania e Inglaterra, el 60%.

En Europa, el 43% de los judíos no asisten a sinagogas ni a instituciones comunitarias por temor a su seguridad. Y no usan KipSin temor. Entre 2.700 jóvenes judíos de 12 países entrevistados, el 80% cree que el antisemitismo está creciendo en sus países. Consideran que las redes sociales son muy responsables de esto. De ellos, el 45% tiene miedo de demostrar en público que son judíos y el 44% ya ha sufrido un ataque antisemita. Es fundamental denunciar y afrontar combativamente las nuevas formas de antisemitismo, de todo tipo.

Una conclusion

25 años después del atentado a la AMIA, la institución resurgió de sus cenizas y es, una vez más, un foro próspero para los logros judíos y nacionales. Los asesinos no lograron su objetivo de destruirlo. No pudieron doblegar su espíritu. Hoy nos corresponde a nosotros recordar y honrar a las víctimas, seguir exigiendo justicia y rendirles homenaje combatiendo nuevas formas de antisemitismo.

Rabí Shimon ben Gamliel dijo, en Pirkei avot, que el mundo se sostiene sobre tres pilares: verdad, justicia y paz. Buscar la verdad y la justicia en el caso AMIA y crear la paz erradicando el antisemitismo, la xenofobia y el racismo es asegurar estos pilares y hacer TIKÚN OLAM, la reparación del mundo.

BERNARDO KLIKSBERG es Doctor Honoris Causa de la Universidad Hebrea de Jerusalén y de numerosas universidades de América Latina, Europa y Asia. Asesor de la ONU, UNESCO, Unicef, FAO, OIT, OPS y otras organizaciones internacionales.