Desde la masacre del 7 de octubre de 2023, los vínculos de Israel con China y Rusia se han deteriorado, después de haber pasado por momentos de acercamiento en los años anteriores – en el terreno económico, con Pekín, o en la esfera estratégica, con Moscú. El gobierno chino ha fracasado inaceptablemente en condenar el megaataque terrorista de Hamás, y el Kremlin ha profundizado sus lazos con Irán, firmando un acuerdo de defensa de dos décadas en enero.
El objetivo de China y Rusia es el mismo: reforzar las posiciones antiamericanas en Oriente Medio e intentar presionar al principal aliado de Estados Unidos en la región. Israel, por supuesto, manifestó su profunda insatisfacción con las posiciones de Beijing y Moscú, pero no llegó a cortar los lazos. También mantiene canales de diálogo, debido al peso de los dos países en el escenario internacional.
En el ámbito de las relaciones con China, Guilford Glazer, del Instituto de Estudios de Seguridad Nacional de Tel Aviv, declaró que “el objetivo de Israel sigue siendo mantener relaciones amistosas y fructíferas con China”, en declaraciones a la Correo de la mañana del sur de China, Periódico de Hong Kong.
En enero, Zhai Jun, enviado especial de China para asuntos de Oriente Medio, visitó Israel, donde se reunió con Eden Bar-Tal, director general del Ministerio de Asuntos Exteriores. Posteriormente se reunió con Mahmoud Abbas, presidente de la Autoridad Nacional Palestina.
En febrero se celebró la primera reunión de alto nivel desde el comienzo de la guerra. Los ministros de Asuntos Exteriores, Wang Yi y Gideon Saar, se reunieron al margen de la Conferencia de Seguridad de Múnich, y la parte china expresó el deseo de “trabajar para mejorar los lazos”. La delegación israelí, en un comunicado publicado por el periódico israelí The Times of Israel, pidió a Pekín “una política más equilibrada en la región” y enfatizó la necesidad de presionar económicamente a Irán.
China compra alrededor del 90% de las exportaciones de petróleo de Irán. Y, hace tiempo, realmente se buscó implementar una política de mayor equilibrio en la región, a través del concepto de “paz económica”.
La brújula geopolítica de China, un actor relativamente nuevo en la escena de Oriente Medio, consistía, hasta la actual crisis con Israel, en buscar negocios e inversiones con diversos personajes de la región, sin involucrarse en las diversas y antiguas disputas entre vecinos. Uno de los capítulos más relevantes fue la mediación de Pekín para la reanudación de las relaciones diplomáticas entre los históricos rivales Irán y Arabia Saudita, firmada en marzo de 2023.
El caso de la construcción de relaciones con Israel también fue emblemático, con una rápida expansión del comercio y la inversión, a pesar de los vínculos de Beijing con el régimen teocrático iraní. Las relaciones diplomáticas plenas con Jerusalén recién se establecieron en 1992, después de décadas de apoyo del régimen maoísta al movimiento palestino. Menos ideológica y más pragmática en economía, la China de Deng Xiaoping, arquitecto de las reformas iniciadas en 1978, dio sus primeros pasos hacia su nuevo socio, atraída sobre todo por sus logros tecnológicos.
Desde que Xi Jinping llegó al poder en 2012 como secretario general del Partido Comunista Chino, y con Benjamin Netanyahu impulsando las relaciones diplomáticas, el comercio bilateral, por ejemplo, ha aumentado de 50 millones de dólares en 1992 a 17,6 millones en 2022.
Sin embargo, el rápido e intenso acercamiento entre China e Israel ha causado preocupación en Estados Unidos. En 2020, Israel, tras una advertencia de Estados Unidos, creó un comité oficial para analizar las inversiones chinas que pudieran suponer riesgos estratégicos, especialmente en el ámbito de las infraestructuras.
A partir de entonces, las relaciones entre Israel y China comenzaron a enfriarse. En un segundo plano, la rivalidad entre Washington y Pekín comenzó a intensificarse, especialmente tras la invasión rusa de Ucrania el 24 de febrero de 2022, y con el apoyo de la Casa Blanca a Taiwán, isla que es independiente desde 1949, cuando terminó la guerra civil china, y que Pekín busca lograr la reunificación.
Fue precisamente en Taiwán donde una delegación parlamentaria israelí también quiso responder a las políticas antiisraelíes de China. En abril del año pasado, la entonces presidenta Tsai Ing-wen recibió a un grupo de diputados, en una clara señal de acercamiento entre ambos países, para irritación del Partido Comunista Chino, que pretende aislar diplomáticamente al Taiwán democrático.
Desde un punto de vista histórico, la trayectoria de las relaciones de Israel con Moscú tiene algunas similitudes con las de Pekín. En la Guerra Fría, en bandos opuestos, con la entonces Unión Soviética proclamándose “líder de la lucha antiimperialista”. Con el colapso soviético, los conceptos y las percepciones fueron revisados, lo que resultó en un acercamiento entre los gobiernos israelí y ruso.
El factor principal en el acercamiento entre Jerusalén y Moscú fue Siria. En 2015, las tropas rusas intervinieron, junto con iraníes y terroristas del grupo Hezbolá, para salvar al régimen entonces amenazado del dictador Bashar Al Assad. En los últimos años, el Kremlin ha permitido ataques aéreos israelíes contra objetivos iraníes en suelo sirio para no fortalecer excesivamente a Irán en Siria.
Al invadir Ucrania, Israel eligió una posición de neutralidad. Por un lado, Estados Unidos y sus aliados. Por otro lado, la necesidad de mantener el canal de comunicación con Moscú, debido a la situación en Siria, ahora más compleja tras la caída de la dictadura de Bashar Al Assad el año pasado.
“Desde el 24 de febrero de 2022, día de la invasión rusa de Ucrania, la posición israelí se ha mantenido cautelosa en el sentido de salvaguardar los intereses y mantener relaciones correctas con ambos países”, escribió el exdiplomático Freddy Eitan en el periódico israelí Israel Hayom. Continuó: “Por lo tanto, debemos mantener relaciones bilaterales normales con Rusia sin ofrecerle mediación para resolver el conflicto árabe-israelí”.
Rusia, sin cortar lazos con Israel, ha incrementado su acercamiento a Irán, por ejemplo, un importante proveedor de drones utilizados por Moscú en la guerra de Ucrania. El principal ejemplo de este acercamiento es el acuerdo de cooperación técnica y militar firmado por los presidentes Vladimir Putin y Masoud Pezeshkian en enero.
En lugar de centrarse en mantener los lazos con Israel, China y Rusia han optado por invertir en la construcción de liderazgo en el llamado “Sur Global”, un concepto obsoleto que recuerda a la Guerra Fría y que busca posicionarse como una alternativa a la influencia norteamericana.
Jaime Spitzcovsky, colaborador de Folha de S.Paulo, fue corresponsal del periódico en Moscú y Pekín.