Los médicos y cirujanos ejercieron la medicina en Portugal durante la Edad Media y principios de la Edad Moderna. Sus apellidos aparecen mencionados en los “Libros de la Real Cancillería de los Reyes de Portugal” o en obras dedicadas a la medicina portuguesa. En la “Lista de 1614”, encontrada en Lisboa en el Archivo Nacional de Torre do Tombo, encontré datos curiosos sobre estos profesionales de la salud.

Desde hace aproximadamente cuatro décadas, la investigación sobre los cristianos novoibéricos ha ido logrando avances considerables. Ya se han publicado valiosas obras sobre la dinámica de los tribunales del Santo Oficio, el modo de vida judío y el cumplimiento de los preceptos por los nuevos cristianos, la difusión de la literatura antijudía en Portugal durante los 300 años en que operó la Inquisición y la inserción de estos conversos en sus nuevas comunidades en Europa y el Nuevo Mundo.

Sin embargo, el material histórico sobre los itinerarios y vías de escape elegidas por los nuevos cristianos, especialmente aquellos que ejercían profesiones necesarias para la sociedad o la corte real, es bastante escaso. Médicos de origen novocristiano trabajaron diariamente en la Península Ibérica y la Cuenca Mediterránea entre 1580 y 1640, época en la que España y Portugal constituían un único Reino. Muchos de ellos son recordados brevemente en fuentes inquisitoriales. En el Archivo Nacional de Torre do Tombo existe una lista de jóvenes médicos cristianos que huyeron de Portugal en 1614, en pleno apogeo de la unión hispano-portuguesa. Esta lista nominal (ANTT, paquete 7, Mss. 2578-2644) incluye minibiografías de casi 70 médicos criptojudíos que abandonaron el país hacia “naciones libres”, como Marruecos, Francia, Holanda, Inglaterra, la Turquía-otomana Imperio y, también, hacia el “Nuevo Mundo”, evitando las constantes persecuciones organizadas por el Santo Oficio.

Physicus, cirurgicus y boticarius

Es común que las fuentes portuguesas medievales enumeren profesiones específicas vinculadas al arte de la medicina. En primer lugar, encontramos la físico ou doctor, encargado de detectar diferentes tipos de lesiones y enfermedades (ya sean físicas o psicológicas). Pero, a partir del siglo XIII, la gente empezó a exigir físico el diploma de quirúrgico, un especialista formado en universidades europeas, un profesional capacitado para operar fracturas, realizar cirugías de órganos vitales y realizar cualquier tipo de procedimiento médico. En Portugal, a diferencia de los países de la cuenca mediterránea, como Grecia, Italia, Creta, España y el sur de Francia, el médico clínico y el cirujano ostentaban el título de magister o maestro. El farmacéutico era el boticario, pero la manipulación de los medicamentos la hacía el boticario. Una profesión menos valorada en Portugal era la de barbero, responsable de extraer dientes, infundir sangre y afeitar a los pacientes antes de la cirugía.

En Portugal regían las mismas reglas que se aplicaban en otros países europeos. Había una estricta supervisión de las actividades médicas y los profesionales que trabajaban en estas áreas recibían sus licencias de los propios gobiernos, incorporándose automáticamente a gremios (asociaciones profesionales) destinados a médicos. Tanto médicos como cirujanos constituían “comités especializados”, cuyo objetivo era poner a prueba las habilidades de quienes deseaban ingresar a las especialidades médicas. La mayoría de judíos formaban parte de estas comisiones, que concedían a los candidatos el ansiado “licencia practicante” ou “licencia curandi”.

Según la tradición europea, a los médicos portugueses se les prohibía cambiar de área de trabajo. Sin embargo, a veces encontramos excepciones, como los nuevos médicos cristianos Gaspar Lopes, que abrió una tienda de hilos de seda, o Manuel de Mello, que ejerció como canónigo en la ciudad francesa de Nantes.

Como expertos en salud, los médicos debían comunicar a los gobiernos los nombres de los pacientes enfermos o lesionados bajo su cuidado, el tipo de tratamiento que recomendaban y los pasos sugeridos para su recuperación. También deberían informar todos los casos de muerte. Cuando las peleas callejeras provocaron la muerte de uno de los involucrados, los supervivientes fueron castigados. Este tipo de legislación era bastante común en los países mediterráneos, como España, Italia, Grecia, Sicilia y Creta y el sur de Francia.

En la Edad Media, los médicos portugueses eran en su mayoría judíos y representaban el 63% de la población médica del país. Estos datos estadísticos desmienten el mito prejuicioso de que los médicos judíos rechazaban las cirugías, las autopsias o los procedimientos quirúrgicos más delicados en los que era necesario abrir el cuerpo del paciente.

¿QUIÉNES ERA LOS DOCTORES?

La “Lista de 1614” proporciona información valiosa sobre el origen, lugar de nacimiento, residencia y edad de los nuevos médicos cristianos. Sus nombres y apellidos aparecen en grafía hispano-portuguesa, lo que permite desentrañar los motivos que llevaron a sus antepasados ​​en los siglos XII y XIII a establecerse en tierras portuguesas.

El establecimiento del Santo Oficio de la Inquisición en Portugal, en 1536, tras largas negociaciones entre el Estado y el Papado, generó una violenta ola de persecución con frecuentes ataques dirigidos a los nuevos conversos. Este hecho provocó una fuga de médicos, la mayoría descendientes de judíos “bautizados de pie”, a la fuerza, en 1497. Como veremos a continuación, hubo varios itinerarios o vías de escape para los exiliados.

La lista muestra un número considerable de médicos nacidos en pueblos y ciudades densamente pobladas por judíos, mientras que sólo una pequeña minoría nació en grandes centros urbanos de Portugal. Así, en Lisboa, la capital de la metrópoli, apenas encontramos nuevos médicos cristianos, a excepción de “fisico-mor del Rey” y un pequeño número de boticarios al servicio de la nobleza. El principal puerto del imperio de ultramar era “parada obligada” para aquellos aventureros que emigraban hacia Oriente.

Entre las regiones geográficas más buscadas por los médicos criptojudíos, podemos mencionar la región montañosa de Beiras, con seis localidades: Lamego, Covilhã, Viseu, Trancoso, Fundão y Belmonte, Alentejo, los pueblos cercanos a Oporto y el cinturón de Lisboa. La “Lista de 1614” también revela que la mayoría de los médicos vivían en España y cruzaban la frontera para trabajar en Portugal.

También hay información relevante sobre las edades de estos profesionales. De un total de casi 70 médicos, 23 abandonaron Portugal entre los 40 y los 50 años. Los médicos jóvenes (cinco de entre 21 y 30 años) rara vez abandonaron el país, mientras que tres médicos mayores (de entre 70 y 80 años) no abandonaron su territorio con tanta facilidad. Hay otros 33 médicos listados sin registros de edad.

En cuanto a los salarios de los médicos judíos, la “Lista de 1614” nos proporciona poca información y registra un rango salarial razonable: un cirujano recibía 1.600 réis y un médico jefe, 2.000 réis al mes. Consultando un trabajo sobre las profesiones y la vida económica en la sociedad portuguesa, encontramos que, en esa misma época, un barbero de la corte ganaba entre 600 y 650 réis al mes, un sastre entre 700 y 750 réis y un herrero podía recibir hasta 1.200 réis/mes. mes. Por tanto, todo indica que la salida de Portugal no estaría relacionada con exigencias salariales, pues todos se mantenían dignamente.

PERFIL FÍSICO DE LOS MÉDICOS

La lista de médicos judíos-portugueses describe detalladamente los rasgos físicos y las características psicológicas de estos profesionales, y también se encuentran vínculos entre los propios familiares. Como resultado de relaciones endogámicas, se casaron. "Mujeres de la Nación", es decir, con nuevos cristianos. Leonora da Cunha, esposa del médico Gaspar Lopes, es retratada como una “mujer de 40 años, rostro pálido y enfermizo, boca torcida desdentada y habla defectuosa”. Leonor Rodrigues, madre del médico Antônio Lopes, era una “mujer de más de 60 años, obesa, alta, nariz grande, boca torcida desdentada, muy enferma, con manchas en la cara, consecuencia de una erupción cutánea”.

Las esposas de los médicos tienen atributos y cualidades especiales. La esposa de Pero Francês se llama Catharina Alves. Viajó a Francia, donde se hizo famoso por enseñar la “ley hebrea”, es decir, ritos y preceptos judíos. En la lista también hay descripciones específicas de médicos portugueses: Francisco Mourão tiene “cuerpo erguido, baja estatura, rostro delicado, barba roja, buena dentadura y, encima de la oreja derecha, rastros de una cicatriz”. El hijo del nuevo Christian João Rodrigues es un “médico de 50 años, bajo y delgado, con larga barba oscura, grandes ojos negros y es considerado un hombre experimentado, sabio y astuto”. Já o médico Vasco Gomes aparece retratado como “um homem de 33 anos, alto, louro, com pequenas sardas no rosto, nariz largo, olhos grandes, gosta de falar, tem mãos delicadas e longas, com manchas, notando-se uma lesão no meñique". El doctor Lopo Mendes, de 70 años, “tiene barba y pelo blanco, cuerpo grande, con signos de curvatura”.

Hay pocas descripciones psicológicas de estos médicos en comparación con las físicas. Se menciona que el médico Lopo Gil, que trabajaba en Vila Viçosa, de vez en cuando “se volvía doudo” (loco), mientras que su colega, el médico Gaspar Lopes y su esposa Leonarda da Cunha, “rompían a llorar” por tener que abandonar Portugal.

MOTIVOS PARA SALIR DEL PAÍS

Hubo cuatro razones principales para que los nuevos cristianos “judaizantes” abandonaran la patria portuguesa alrededor de 1614. En primer lugar, la persecución inquisitorial. El clima de extrema violencia, miedo y terror instaurado por el Santo Oficio provocó una huida colectiva hacia países del norte de África, Europa y regiones lejanas del vasto Imperio turco-otomano. La intromisión impuesta por esta institución en la vida personal de los médicos y sus familiares tuvo variadas motivaciones: hay quienes fueron descubiertos incluso antes de abandonar el territorio, como el licenciado Lopo Nunes y su esposa Antônia; hay quienes escaparon sin ser capturados, como el doctor André Vaz; y también están aquellos, como Rui Mendes, su esposa y su hijo Antônio, cuyos familiares o amigos fueron hechos prisioneros, pero lograron escapar. Otro grupo estaba formado por médicos que no pudieron escapar del Reino, pues respondían a procesos inquisitoriales.

En segundo lugar, hubo médicos y cirujanos perseguidos por participar en atentados y asesinatos. Fueron intentos infructuosos de disparar armas de fuego, que en ocasiones causaron lesiones físicas a los cristianos. En la “Lista de 1614” aparecen dos nuevos médicos cristianos, Mestre Jorge y José Camelo, ambos acusados ​​de causar daños físicos a cristianos, hechos que sin duda debieron acelerar su salida del país. Joseph Camelo incluso fue buscado por las autoridades locales “por disparar con una pistola y herir a un tal Marcos D'Abreu”, pero logró escapar a tiempo al Reino de Castilla, en España.
La mayoría de los médicos vivían dignamente dentro de sus recursos, sin embargo, como ocurre en toda sociedad, también hay quienes tienen dificultades para ganarse la vida. La “Lista de 1614” enumera a dos médicos llamados Manoel Nunes y Lucas Fernandes, cuya salida del país fue motivada por dificultades económicas. Ambos abandonaron Portugal en “una situación de extrema pobreza y comenzaron a vivir en Brasil”. 

Y, finalmente, las plagas y epidemias que afectaron a gran parte de la población de Europa en el siglo XVII fueron el colmo para poner fin a este capítulo de nuevos médicos cristianos en Portugal. La sociedad lusitana tuvo que combatir estos males en diferentes momentos de su historia: 17, 1348, 1356, 1384, 1415-1432, 1435-1437, 1438, 1464 y entre los años 1477-1480. En los años 1497 y 1599, una devastadora epidemia diezmó a miles de portugueses, lo que llevó a médicos como Luiz Gomes, de 1600 años, residente en Oporto, a huir con toda su familia de su ciudad natal a Francia.

ITINERARIOS DE LOS DOCTORES

La unificación de las Coronas de España y Portugal, que duraría 60 años (1580-1640), no cambió la política persecutoria impuesta por el Santo Oficio a los conversos. En ambos países, los ojos de la Iglesia y la Inquisición seguirían vigilando a aquellos conversos que pretendían abandonar la Península Ibérica. Concretamente en Portugal, el bautismo forzado de 1497, el pogromo de 1506 en Lisboa (ver Morashá 53) y el establecimiento de la Inquisición en 1536, por el rey D. João III, fueron responsables de una rígida política de marginación de los nuevos cristianos de la sociedad portuguesa, persiguiéndolos incluso antes de abandonar el Reino hacia el nuevo florecimiento. comunidades en Europa. Escapar era la única opción para salvar sus vidas. En este contexto, está claro que los nuevos cristianos con profesiones liberales, incluida la medicina, podrían abandonar e integrarse en nuevas comunidades más fácilmente.

Entre los médicos que huyeron de Portugal, es importante distinguir entre los que escaparon tras recibir el “perdón general” de 1605 y los que no disfrutaron de esta autorización del Estado. A diferencia de la política impuesta en España, Portugal decidió abrir y cerrar sus fronteras por cortos periodos de tiempo. Cada nuevo cristiano que deseaba abandonar el país tenía que presentar una petición a las autoridades y pagar grandes sumas para abandonar el Reino. En 1605, por ejemplo, los fugitivos pagaron 1.700.000 ducados a la corona. En esta política de enriquecimiento de las arcas públicas encontramos aportaciones de un gran número de cristianos nuevos españoles (en su mayoría castellanos) así como de portugueses.

La “Lista de 1614” no proporciona información sobre los peligros inminentes que enfrentan los fugitivos que se dirigen a las nuevas comunidades. Tampoco menciona los falsos “salvoconductos” obtenidos por los médicos conversos ni hace referencia alguna a los familiares que huyeron con ellos. Los médicos se llevaron bienes materiales, como oro y plata, pero esto no se menciona en la documentación investigada.

Todo indica que las condiciones para salir del territorio portugués hacia Europa eran difíciles y no todos los nuevos médicos cristianos estaban dispuestos a aventurarse por rutas generalmente desconocidas. Su salida, con o sin bienes materiales, fue siempre un proyecto personal de cada profesional, pero nunca un emprendimiento colectivo. Según la “Lista de 1614”, en el momento de la salida es posible detectar cinco itinerarios o vías de escape: desde las ciudades de Portugal hacia las regiones de Galicia y Madrid (norte y centro de España); vía España hacia Nantes, en el sur de Francia; dirigirse a Italia (por tierra o mar); a los Países Bajos: Flandes y Amberes; o incluso desde el puerto de Lisboa hacia el “Nuevo Mundo”: Brasil, Perú y Nueva España (región México).

Evitando la presencia permanente de los corregedores (agentes de policía que vigilaban los puertos y las fronteras), los médicos convertidos pudieron entrar en pequeños pueblos y escapar de la persecución inquisitorial. Los pequeños pueblos fueron “puestos intermedios” en este largo viaje hacia las grandes metrópolis de Europa.

CONCLUSIONES FINALES

Las informaciones recogidas por la “Lista de 1614” y los “Libros de Chancelaria Real dos Reis de Portugal” permiten reconstruir el perfil de una auténtica nueva élite cristiana formada por rabinos, cortesanos, administradores, inspectores de hacienda y, naturalmente, médicos y cirujanos.

Incluso parcialmente estudiado, este listado de nombres revela datos biográficos muy significativos sobre los médicos que atendieron a la población portuguesa a principios del siglo XVII. El documento histórico nos sitúa ante profesionales de la salud poco estudiados, un grupo selecto de enorme importancia en investigación médica judía portuguesa.

Referencias
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Goncalves, I.,Físicos y cirujanos del siglo XIV: las cartas de examen. Del tiempo y la historia I (1965), páginas. 69-112.
 Lemos, M., Historia de la Medicina en Portugal. 2 vols. Lisboa 1889.
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 Roth, C. Las calificaciones de los médicos judíos en la Edad Media. Espéculo 28 (1953), págs. 834-843.
 Shatzmiller, J., Sobre convertirse en médico judío en la Alta Edad Media. Sefarad XLIII 2 (1983), páginas. 239-250.

Profe. Reuven Faingold es historiador y educador, con un doctorado en Historia Judía de la Universidad Hebrea de Jerusalén. Es miembro fundador de la Sociedad Genealógica Judía de Brasil y miembro del Congreso Mundial de Ciencias Judías en Jerusalén.